Finalizaba la tarde y empezaba la noche del día 12 de marzo de 2019.
Mis hijos y yo veníamos del colegio al apartamento; aunque antes, debíamos llevar a una compañera de mi hija a su casa. Cuando pasábamos frente al conjunto residencial donde vivíamos, justo en la entrada al parqueadero, había un gato bastante gamincito, muy delgado y su mirada perdida. Mi hija, como siempre dijo:
—Papi, está bonito ese gato …
—No, le dije … —ni lo pienses.
—Pero papi ….
—No.
Mientras lo mirábamos, él volteó y cruzó su mirada con la nuestra. En ese momento sentí algo pero, continuamos el camino. La imagen de aquel animalito se plasmó en mí y, mentalmente me dije:
—Si cuando regrese al apartamento sigue ahí, lo recojo.
Cumplida la tarea de dejar a Karol en casa, de regreso a nuestro apartamento, y al llegar a la portería me di cuenta que efectivamente aquel pequeñín continuaba en el mismo lugar, parecía que nos estaba esperando. En seguida le dije a mi hija: —recógelo, lo vamos a adoptar. ¡Ella saltó de alegría, sus ojitos le brillaron y no dudó en alzarlo y abrazarlo!
Siempre he sido un amante de los perros y defensor acérrimo de los animales, y aunque en muchas ocasiones de mi vida dije que nunca tendría un gato, este personaje me enseñó realmente el valor que aporta esta especie animal a un humano.
Esa noche le dí un buen baño al gatico, eso sí, me volvió mierda los brazos en su desespero de verse con montones de agua sobre él.
—Jajajajaja—
Luego de bañarlo, mis hijos lo abrazaron un buen rato para brindarle calor, mientras, yo salí a comprar comida. Cenó muy bien, y lo bautizamos con el nombre de «Lucky», que traducido al español significa suertudo.
En menos de un mes, este personaje tuvo una transformación física impresionante.
Se caracterizó por ser un loco; le impregnó una alegría absoluta a nuestro hogar, nos hacía reír mucho, y su Tumbao era único. Para mí, tumbao se refiere a su personalidad, a su forma de caminar, a sus brincos y saltos repentinos. Como era un gatico de la calle, pues constantemente se nos escapaba del apartamento a buscar pelea a otro gato que vivía en el piso quinto, aquel vecino siempre le daba unas buenas palizas, pero el mío era perseverante, no se rendía fácil, además de intentarlo una y otra vez.
—Jajajajaja—
Él y Hachi —mi perro— tuvieron una buena relación, de hecho, nunca se les vio peleando. Yo los ponía de ejemplo a mis hijos quienes eran todo lo contrario. Cuando Lucky llegó a nuestro hogar, Hachi no hacia más que lamerlo todo el tiempo.
Todo iba bien, todo era perfecto, hasta que aquella crisis —que menciono en mi libro— me llevó a la noche oscura del alma (capítulo 9 del libro: «TÉMPERA MENTAL, de regreso a mi yo verdadero».
Mis hijos y mis mascotas me han acompañado siempre en las buenas y en las malas porque les ha tocado. Lucky y Hachi, considero que han sido unos guerreros, les ha tocado pasar por situaciones impensadas para ellos. En aquella ciudad, se vivieron situaciones bastante adversas; como consecuencia de éso, Lucky empezó a rodearse de amistades que no eran apropiadas para él, me refiero a variedad de gatabundas y gatabundos, constantemente se escapaba de la casa en donde vivíamos y duraba días, incluso semanas, sin regresar. Sólo iba a comer y a dormir de vez en cuando, su aspecto físico cambió un poco, y no lográbamos detenerlo, ni siquiera con una pechera que se le compró, él, se las arreglaba para soltarse y salir.
Aquel día que regresamos a Bogotá, fue difícil traerlo, porque «esas» gatas me lo tenían obnubilado, es decir, idiotizado, no tenía ojos sino para ellas. Finalmente, logramos traerlo con nosotros.
La crisis permaneció hasta el mes de octubre del año 2023. Lucky cada día estaba más deteriorado, se adelgazó de una forma impresionante, no comía, no jugaba, no saltaba. Sus locuras habían desaparecido, sus ojitos pasaron de alegría a opacidad.
Solo fue hasta diciembre de 2023 que se logró llevar al veterinario; éste lo examino y me dio una noticia bastante desagradable: una puta bacteria de mierda estaba triturando, estaba moliendo por dentro a mi gato; solo hasta ese día entendí el porqué de sus comportamientos. Me equivoqué varias veces con Lucky, regañándolo por no comer. A partir de ese momento me dedique a ahorrar para conseguir los recursos que me permitían hacerle una cirugía; el médico le recetó unos medicamentos que me emocionaron muchísimo, porque mi gato estaba comiendo desesperadamente, ya se movía, empezó a saltar un poco, y a recuperar peso.
A mediados de enero de 2024, Lucky dejó de comer nuevamente, supuse que se había indigestado porque hizo algo de mercado en la bolsa de basura del apartamento. Lo llevé al médico una vez más y éste me dijo que la bacteria había tomado fuerzas nuevamente y estaba contraatacando el sistema inmunológico de mi gato de una forma brutal.
—Aún no he reunido el dinero, —le dije.
—No te preocupes, —le vamos a dar unos medicamentos más fuertes.
Efectivamente, Lucky revivió, volví a emocionarme, le preparé sus batidos con mucho amor, dedicación y fe.
Martes 6 de febrero de 2024.
—Ya tenemos el dinero para la cirugía de Lucky, Doctor —dijo mi hija en visita al veterinario.
—¡Listo! —traémelo mañana en ayunas para practicarle los exámenes previos a la cirugía.
Miércoles 7 de febrero de 2023.
Se le toman muestras de sangre a Lucky y debemos esperar dos días para los resultados.
Viernes 9 de febrero de 2023.
—No hay nada que podamos hacer por Lucky, no va a aguantar la cirugía, —él está muy mal —dijo el Doctor en un mensaje enviado por mi hija a través de WhatsApp.
Cuando yo escuché éso, automáticamente sentí un escalofrío de pies a cabeza, y mi actividad laboral se detuvo, no fui capaz de continuar, no podía dejar de pensar en Lucky, la película de nuestras luckyaventuras pasaba frente a mí.
—La otra opción que existe es mantenerlo con un tratamiento de por vida, pero es un dolor muy fuerte el que Lucky padece —mencionó el doctor.
—Espero una respuesta de tu papá para tomar acción.
Mientras escuchaba esos audios, unas lágrimas mías caían al piso y otras manchaban los planos que se encontraban sobre la mesa; no quería que quienes se encontraban a mi alrededor me vieran llorando —cosa que fue imposible—, yo ya sabía lo que se debía hacer.
Salí a una terraza contigua a la oficina, y me dediqué a llorar, llorar y llorar. Me sentí culpable de todo esto que estaba sucediendo, no solo a Lucky, sino a Hachi y a cada uno de mis hijos, quienes pagaron las consecuencias de decisiones mías, de decisiones que solo debían implicarme a mí. Ese comedero de mierda y esas situaciones adversas, correspondían única y exclusivamente a quien escribe este artículo.
Tomo el teléfono y llamo al Doctor:
—Hola Doc, ¿cómo está? —pregunté.
—Bien Federico, y tú, ¿cómo estás? -—respondió él.
—Mal Doctor, —todo esto es culpa mía, lo siento, perdóneme, me descuidé muy feo con mis animales, —respondí, y mi resistencia a llorar frente a alguien más, se fue al piso.
—Son cosas que suceden Federico, —no puedes hacerte responsable de ésto, —este es un caso en un millón, y le correspondió a Lucky, —esto es una falla multisistémica.
—Le voy a decir algo, pero pienso que es la solución —dije con voz entrecortada.
—Dime, —respondió él.
—¿Qué posibilidades hay de que usted apruebe la eutanasia para Lucky? —él está sufriendo y yo prefiero dejar que él descanse. —pregunté.
—Sabia decisión, respondió él.
Hoy sábado 10 de febrero de 2024, siendo las 09:20 horas, mi gran amigo, leal e infidente compañero de andanzas «Lucky», ha partido a un mejor lugar. A mis hijos y a mí, nos ha destrozado su partida. Mi hija y yo, no paramos de llorar en la veterinaria, las personas que se encuentran a nuestro alrededor no dejan de mirarnos, mi hijo prefirió quedarse en casa lamentando la perdida.
Soy papá de seis gatos más, todos son especiales y muy importantes para mí, pero «LUCKY» es «¡EL GATO!», él, es el padre de cuatro de ellos: Misha, Fígaro, Eve y Boris, dejó viuda a Natasha, y aunque no se podían ni ver —asuntos entre ellos—, me han hecho sentir lo que es tener el privilegio de disfrutar la compañía de estos seres tan especiales.
Hablando con la Doctora que realizó la eutanasia acerca de perros y gatos, ella dijo:
—Un perro es puro amor, es lealtad, es compañía, un gato es otro mundo.
Yo dije:
—Un gato es, además de eso que mencionas, una verdadera escuela de vida.
[…]
No me queda más que decir mi amado «Lucky» …
* Que te voy a extrañar montones.
* Que te voy a amar hasta que me muera.
* Que has sido muy especial.
* Que tú y los tuyos han sido una escuela de vida para mí.
* Que siempre vas a estar en un rinconcito especial.
Mi «Lucky» era quien más se acostaba sobre la espalda durante mis largas jornadas sentado frente a una computadora.
Mi «Lucky» era quien permanecía todas las noches, y toda la noche acostado sobre mí. Eras chistoso porque girabas como un hámster en una rueda de acuerdo a mi posición de dormir, siempre te sentía hacer éso.
Tus hijos, ahora hacen lo que tú antes, salir a recibirme cada vez que llego de la calle, últimamente no lo hacías por tu enfermedad, pero si me esperabas en el sofá y me seguías con la mirada hasta que yo fuera a saludarte y en seguida te acostabas sobre mi regazo.
Voy a extrañar cuando salíamos a la calle y permanecías inmóvil sobre mi hombro o alrededor de mi nuca, eramos el centro de todas las miradas por doquier que pasábamos.
Estoy triste mi amado «Lucky», pero me siento feliz porque viví momentos extraordinarios contigo, aunque tú y yo sabemos acerca de nuestras diferencias, nuestros propios conceptos e ideales acompañados de pequeñas rencillas.
Algo impresionante que me has enseñado mi amado «Lucky» se refiere al amor, no a ése que practicamos estúpidamente los humanos a diario; sino el verdadero amor, ése que se refiere a: yo te amo pero te permito ser como se te de la puta gana, ese amor que está libre de cadenas, libre de apegos, libre de derechos o posesiones. Tú, tu familia y yo, somos diferentes, sin embargo, ustedes me aman y me aceptan como soy, yo he aprendido a hacer lo mismo. Yo tengo claro que siempre estuviste ahí, a tu manera y de la forma en que te daba la gana; me demostrabas tu amor y tu aprecio cómo se te antojara y en el momento que tú considerabas pertinente: diciendo: ¡ASÍ SOY YO!
Yo me molestaba contigo por cualquier estupidez, aun así, a ti no te importaba y en seguida te acercabas a hacerme mimos y me ronroneabas, ya no te acordabas de nada. Éso es vivir en el momento presente, tú eras verdaderamente consciente de cada momento, de cada instante. Yo, como humano, me tardé un montón en aprender esa lección.
Disfruta tu nuevo camino; no sé en dónde carajo puedas estar ahora, pero si tengo la certeza que estás sonriendo y recordándonos a mis hijos y a mí. En algún momento volveremos a encontrarnos, no tengo ni idea en dónde, pero si sé que estamos destinados a volvernos a encontrar, superando todas y cada una de las lecciones de vida que se nos presenten en los diferentes roles a desempeñar.
Libramos fuertes batallas contra aquellas personas de las que no eras de su agrado; ¡ellos/as se lo perdieron! No tienen ni puta idea de lo que fue disfrutar de ti, de tu presencia, de tu amor, de tu particularidad, de tu esencia como ese ser único y especial que fue puesto en mi camino. Son personas que no tuvieron la capacidad de darse cuenta que en realidad estaban hablando de sus realidades.
Hoy, luego de tu partida me atrevo a decir que a pesar de las circunstancias ganamos, porque no fue posible nuestra separación, todo lo contrario, nuestros lazos eran cada vez más fuertes. Supongo que su hipocrecia saldrá a flor de piel cuando se den cuenta que no estés, pero tú, mis hijos y yo, sabemos el verdadero significado de un vínculo muy fuerte que se creó entre nosotros; éso es lo que hace una verdadera familia. Estás en nuestra mente, en nuestro corazón y la conexión de nuestras almas, sabemos que es eterna.
Voy a extrañar tus ojos, esas bolas amarillas verdosas que me miraban fijamente queriéndome decir muchas cosas pero, por mi limitada capacidad como humano, no logré entender.
Te bauticé con ese nombre que traduce ¡suertudo! pensando que eras tú el afortunado por haberte sacado de la calle, pero qué equivocado estaba, el suertudo he sido yo, por aparecer tú en mi vida y darme lo mejor de ti.
¡TE AMO LUCKY!
Has sido un verdadero maestro y mentor de vida.
[…]
Este artículo al igual que mi blog, son escritos que hago para mí, son mi forma de pensar, son mi forma de desahogarme, el hecho de hacerlo público es para poderle servir a alguien en determinado momento que el UNIVERSO así lo considere.
Te deseo un excelente y maravilloso dìa.
Dios te bendiga.
Namastè