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Cuando te dejas llevar por las emociones

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  • Última modificación de la entrada:2024-07-20

Las lecciones de vida siempre están ahí, solo debes de ser objetivo.

Hace unos meses, alguien llegó a mi entorno laboral con una personalidad que me incomodó, debo admitirlo. Su forma de ser me recordó situaciones vividas durante muchos años con ciertas personas. Estos recuerdos me hicieron sentir fuera de sitio, me molestó porque tocaron una de mis más profundas heridas de infancia: la injusticia «aparentemente».

A muchos en el grupo de trabajo nos chocó su manera de actuar, hablar y exigir las tareas.

La rutina continuó como si nada, sin que realmente analizara la situación, y esa persona aparecía de vez en cuando para trabajar con nosotros, dependiendo considerablemente de nuestro trabajo para sus entregables.

Hace unas semanas que ella reapareció y me encontró en un momento de gran presión. Fue entonces cuando permití que mi EGO saliera a flote y le dije unas «cuantas verdades» —según yo—. Discutimos, o mejor dicho, desahogué lo que cargaba desde hacía tiempo, liberando un peso que había estado sobre mis hombros y que, por alguna razón, no me había permitido expresar mis emociones y sentimientos antes, algo que debí hacer por mi salud mental y emocional, tanto propia como la de mi entorno.

En el artículo anterior, «viviendo en un desorden mental», hablaba de quedarme en la ciudad para enfrentarme a mis propios espejos, a mi realidad superficial o tácita. Bueno, este post representa una de esas caídas, es el reflejo de dejarme llevar por las emociones y carecer de objetividad para observar más allá de la situación.

¿Cómo me levanté?

  1. Hice un ejercicio de catarsis escribiendo —para mí—, soltando, desahogando y analizando el porqué de varias situaciones presentadas en esta etapa de regreso a la arquitectura.

  2. Después, elaboré cartas a casi todas las personas con las que he tenido vínculos cercanos (tanto positivos como negativos). En éstas, expresé mi gratitud por formar parte de mi vida y por enseñarme cosas que no había visto hasta que me detuve a reflexionar. Asimismo, pedí disculpas por cualquier reacción o comportamiento que pudiera haberles hecho sentir maltratadas o agredidas por mi parte.

Este ejercicio se ha convertido en una herramienta poderosa cuando enfrento momentos de estancamiento personal, algo que se ha vuelto frecuente en mi nueva etapa de resignificación. Practicarlo con mi entorno me permite ejercitar el perdón tanto horizontal como verticalmente tal como lo menciono en el post : «El perdón: sanando cuerpo y alma desde el autoconocimiento».

La gran lección que me dejó la persona mencionada al principio de este artículo fue que me estaba señalando de frente y sin tapujos un error específico en el desarrollo del proyecto. Cabe mencionar que cuando comencé como arquitecto en aquella labor, no se me explicaron claramente mis funciones y compromisos, y empecé a trabajar sin un norte claro —craso error—.

En resumen, cuando sentimos que alguien nos está agrediendo, cuando nos incomoda alguien porque nos dice frases que nos hacen sentir incómodos, no debemos centrarnos solo en la forma —como solemos hacer—, sino en el fondo de lo que está sucediendo en nuestra vida. Debemos analizar por qué está ocurriendo ese evento. Desafortunadamente, nuestro ego y nuestra incapacidad para ver más allá de lo evidente nos mantienen con un velo permanente, haciendo que solo veamos lo que queremos o creemos tener frente a nosotros.

La ley del espejo dicta que cuando algo en nuestro entorno nos molesta, debemos mirar hacia nuestro interior y reflexionar sobre qué nos está enseñando.

Después de hacer catarsis de lo ocurrido con ella, entendí el mensaje que se me intentaba transmitir a través suyo. Compré libros sobre el tema que ella mencionó repetidamente y confirmé que todo era cierto.

Esta lección de vida es profunda y desafía nuestro ego para que veamos una realidad que va más allá de la comprensión racional. En mi caso, me ha llevado a comprar libros que traten el tema en el que tengo déficit de ejecución, me he dedicado a estudiar y a prepararme para poder poner en práctica estas lecciones no solo en mi vida personal, sino también en mi vida laboral y profesional.

Gracias —tú ya sabes a quien me refiero—.

¿Y tú, querido/a lector/a? ¿Qué opinas al respecto?

Gracias, gracias, gracias.
 
¿Cuàl es tu opiniòn al respecto?
 
Te leo.

Te deseo un excelente y maravilloso dìa.

Dios te bendiga.
Namastè
Más acerca de mí.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. mercedes

    interesante perspectiva. Cuando nos sentimos “atacados”, que es cuando escuchamos para responder o como creemos nosotros para defendernos, estamos en medio de dos perspectivas. la de mi interlocutor y la mía. en su verdad y la mía, en su razón y la mía. y ¿quién tiene la razón? los dos. ¿quién el más inteligente? el que se da de cuenta que no necesita justificarse ante nadie.

    1. Fede

      Hooolaaa, ml gracias por tu comentario.
      Extraordinaria reflexión.
      Me gustó tu frase: «¿quién el más inteligente? el que se da de cuenta que no necesita justificarse ante nadie».

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