En este momento estás viendo En las decisiones de los hijos está el reto de soltar

En las decisiones de los hijos está el reto de soltar

  • Autor de la entrada:
  • Comentarios de la entrada:Sin comentarios
  • Última modificación de la entrada:2025-06-10

Si la primera parte de este artículo te sacudió, esta no será diferente.

Ya hablamos de cómo nuestras decisiones como padres afectan el futuro de nuestros hijos, pero ahora viene la otra cara de la moneda: sus decisiones y nuestro papel en ellas.

Porque, seamos honestos, muchas veces creemos que están tomando el camino equivocado. Nos duele verlos tropezar, nos frustra saber que podríamos evitarles ciertos golpes, nos carcome la angustia cuando van directo a un error que ya conocemos. Y ahí es cuando nos dan ganas de intervenir, de meter las manos, de corregirles el rumbo a la fuerza.

Pero… ¿y si no debemos hacerlo?

Los golpes de pecho que nos damos como padres

No sé tú, pero yo me he dado infinidad de golpes de pecho en mi rol como padre soltero. Cada vez que mis hijos toman decisiones que, desde mi experiencia, o desde mi ego, considero equivocadas, me duele, me culpo, me desespero.

👉 «Si hubiera hecho esto diferente, ellos no estarían en esta situación».
👉 «¿Por qué no entienden que se van a estrellar?»
👉 «Carajo, ¿por qué no me escuchan?»

Y ahí es donde nos equivocamos. Porque aunque nuestras decisiones pasadas influyeron en ellos, sus elecciones actuales son suyas.

Nos toca entender que la escuela de la vida no se aprende desde la comodidad, sino desde la experiencia. Y a veces, por más que queramos protegerlos, su mejor maestro será el error.

Dejar que se equivoquen también es amor

Nos cuesta aceptarlo, pero los hijos tienen que equivocarse. Así como nosotros la cagamos mil veces en nuestra vida, ellos también lo harán. Y es necesario que lo hagan.

Lo que sí depende de nosotros es cómo reaccionamos ante sus caídas:

¿Los juzgamos?
¿Los hacemos sentir que fracasaron?
¿Les repetimos el típico «te lo dije»?

O, por el contrario…

¿Les damos la seguridad de que pueden levantarse?
¿Les enseñamos a aprender de lo vivido sin quedarse atrapados en la culpa?
¿Estamos ahí para sostenerlos si nos necesitan, pero sin asfixiarlos?

Porque la verdad, «mi verdad», es esta: sus errores no son nuestro castigo, son su camino. Y aunque duela, tenemos que dejarlos caminarlo.

¿Entonces qué nos queda?

Nos queda confiar en lo que sembramos, «bueno o no tan bueno». Nos queda estar presentes sin invadir. Nos queda recordar que lo que más enseña en la vida no es el consejo de un padre o de una madre, sino la experiencia vivida en carne propia.

Nos toca soltar un poco, dejar que tropiecen, pero estar cerca cuando necesiten una mano para levantarse.

Así que, si hoy estás viendo a tu hijo/a tomar una decisión que crees desacertada, respira. No es el fin del mundo. Es solo una lección más en su camino.

Y si te cuesta aceptar esto, escríbeme. Sé lo que se siente, sé lo que duele. No estamos solos en esto.

No obstante, no olvides que tus decisiones afectan las decisiones de los tuyos.

Te ha pasado? Comparte este mensaje con otro padre/madre que necesite saber que no está solo/a.

Si esto te removió algo por dentro, escríbeme. No importa si es para desahogarte o para contarme tu historia. No estás solo/a en esto. Yo ya pasé por ahí, y si algo de lo que digo te hace sentido, hablemos. Levanta la mano o ¡veámonos en el espejo!

Gracias, gracias, gracias.

Te leo.

Te deseo un excelente y maravilloso día.

Dios te bendiga.

Deja un comentario