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Noticas maricas que ya nadie escribe, y que son necesarias.

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  • Última modificación de la entrada:2025-04-23

Una reflexión sobre lo que se ha perdido… y lo que aún puede recuperarse.

Como menciono en mi libro «TÉMPERA MENTAL, de regreso a mi yo verdadero», hubo un momento en mi vida en el que dejé de escribir esas «noticas maricas» que para mí, tenían un significado. Sin embargo, en este proceso de reseteo mental, decidí retomarlo. ¿Por qué no?

Hay regalos que ya no se dan. Detalles que antes eran parte del alma humana y que hoy parecen pertenecer a un mundo que ya no existe.

Tengo la certeza de que esos papelitos con «noticas maricas» que se usaban hace muchos años ni siquiera son considerados hoy. En aquel entonces, se escribían como muestra de amor hacia una pareja. Eran recordatorios sinceros, capaces de llenar corazones y provocar mariposas en el estómago. Yo los utilicé en su momento. Pero, al ver que eran vistos como algo cursi, absurdo y estúpido, dejé de hacerlo.

Ahora me pregunto: ¿qué pasaría si se escribe una «notica marica» a alguien sin un motivo o razón en concreto?, ¿Qué tal al hijo, a la hija?, ¿la pareja? o … a alguien que quizás lo necesita?  Podría ser, ¿no?

Después de casi ocho o nueve años sin haberlo hecho, este fin de semana que acaba de pasar decidí volver a escribirle a alguien (cabe anotar que estas publicaciones salen a la luz después de varias semanas o meses de yo escribirlas). Lo hice en un momento que me salió del alma, completamente desinteresado. Sin esperar respuesta. Sin buscar un «gracias». Solo porque sí. Porque me nació. Porque lo sentí.

Quise mostrar mi gratitud por una experiencia que esa persona me permitió vivir… al conducirme a un encuentro conmigo mismo. Me hallé frente a varios espejos de mi pasado, frente a muchas sombras que aparecieron. Y éso, simplemente, es para agradecerlo sinceramente.

Aquel texto fluyó desde un proceso de permitirme volverme vulnerable, y de expresar de manera abierta lo que sentí.

Lo hice por mí. Necesitaba hacerlo. Necesitaba somatizar y liberar algo que venía de muy dentro. Aquella persona no se lo esperaba, fue una verdadera sorpresa. Percibí cierto «fuera de lugar» de su parte. Aunque recibí un «gracias», después llegó un silencio, casi como si se hubiese puesto un peso encima. Esa fue mi impresión, de seguro estoy equivocado —por aquella herida del rechazo que cargué—.

Los seres humanos no estamos acostumbrados a recibir este tipo de detalles. Algunos lo toman como si fueran compromisos, obligaciones, cargas:

«¿Y ahora qué digo?»

«¿Qué me toca hacer?».

Otros, lo reciben a través de una grata o incomoda sorpresa.

No sé si esa persona se sintió invadida, vulnerable, incómoda… porque simplemente no se lo esperaba. Pero estamos tan distantes los unos de los otros, que un gesto simple como este se interpreta de forma contraria a la intención real de quien lo da.

Y confirmé —una vez más— algo que me puso a pensar:

La humanidad se ha desacostumbrado a los detalles. A los que se dan sin agenda. A los que no exigen respuesta. A los que solo se ocupan en dar.

Hoy ya no sabemos qué hacer con una nota sincera. Nos cuesta recibir algo que no venga con factura, con segundas intenciones o con una deuda implícita. O simplemente esperamos recibirla solo de quien es especial en ese momento… y muchas veces, de allí, no llega.

Vivimos tan ocupados, tan rápidos, tan automatizados, que una palabra amable se siente extraña. Casi molesta —digo esto a raíz de varios rechazos que recibí—. Casi como un error del sistema, porque vivimos absortos a unos putos teléfonos celulares, que se han convertido en una extensión del ser humano. Ya no hablamos, ya no miramos, ya no sentimos. Solo deslizamos. Solo reaccionamos. Solo evitamos.

Sin embargo… Yo pienso que estas «noticas maricas» podrían retomarse. Porque detrás de ellas hay sentimientos verdaderos: amistad, amor, reconocimiento, gratitud, empoderamiento, vitalidad, desahogo, fuerza, poder.

Admito que por muchos años fui un romántico de mierda empedernido. Muchas veces calificado como cursi. Varias veces recibí una risa —no sé si nerviosa o burlona—. Me llamaron anticuado, «mucha hueva» incluso… pero éso ya no importa.

Quizás ya nadie escriba «noticas maricas», pero eso no significa que hayan dejado de ser necesarias e importantes.

Porque a veces, una sola palabra escrita con el alma puede tocar a alguien donde ya no llega nada más.

Pasada una semana, aquella gran persona a quien le escribí esa «notica marica», me envió otra «notica marica» agradeciéndome por el detalle y diciéndome que estaba linda. ¡Wowwwww! Ahora el sorprendido era yo, ja, ja, ja, ja, ja. En realidad, no me lo esperaba, también me cogió «fuera de base».

Ese ejercicio que hice sinceramente me sirvió. Para soltar. Para cerrar. Para dar un paso. Para atreverme otra vez. Ese miedo al rechazo solo fue una película que me inventé, nunca fue una verdad, y esas películas, son las que siempre nos impiden atrevernos a dar el salto de fe.

Y por eso te invito a que te tomes un momento para sentir. La escritura es un ejercicio poderoso. Sirve para desahogar, para sanar, para abrazarse.

¿Qué tal si escribes para ti mismo/a? ¿Qué tal si le escribes a esa persona que te mira desde el espejo, y le dices lo que nunca le has dicho? ¿Qué tal si dejas por ahí una «notica marica» a alguien que lo necesita, o simplemente porque te nace hacerlo?

Una nota en el espejo. Un papelito con un «TE VEO». Un «gracias» a tu propio reflejo.

No para parecer profundo. No para quedar bien. Solo porque sí.

Y mientras el mundo corre… yo me voy a detener. Aunque sea unos minutos al día. Para escribir esas «noticas maricas» que ya nadie escribe, pero que todavía muchos corazones necesitan leer.

«Notica marica» para ti:

A ti, que a veces te olvidas de ti mismo/a.

Respira.

No vas tarde, ni perdido/a, ni dañado/a. Solo estás viviendo.

Y éso —aunque duela— también es parte del camino.

No dejes de sentir. No dejes de escribir. No dejes de escribirte.

Porque mientras el mundo corre, tú mereces detenerte.

Y ¡Recordarte!

Gracias, gracias, gracias.

Te leo.

Te deseo un excelente y maravilloso día.

Dios te bendiga.

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