¿Amor o costumbre? La escena que me lo dejó claro en segundos
¿Quieres entender cómo funciona una relación después de 40 años juntos?
No leas un libro de autoayuda.
Siéntate en una calle de Bogotá un domingo y mira.
[…]
Me encuentro sentado en el mismo lugar donde lo hice cientos de veces entre 1989 y 1994.
La Universidad de La Salle, en Bogotá, barrio La Candelaria.
Ahí estudié arquitectura.
Mis compañeros de universidad y yo, nos sentábamos siempre en el espacio público de la carrera 2°.
Hoy vuelvo.
No tenía ganas de estar en el apartamento. Salí para la Luis Ángel Arango pero estaba cerrada. Así que subí un par de cuadras más hacia mi universidad.
Me senté a mirar a la gente.
Domingo.
Y los domingos este barrio se llena de todo: habitantes, turistas, curiosos, vendedores y uno que otro despistado.
Vi de todo. Una parejita de jóvenes discutiendo.
Un jipi puteando solo, a los gritos.
Una mujer bajaba atacada llorando por la calle 11.
Un Volkswagen escarabajo parqueado en la esquina, éste, paraba tráfico. Todos le tomaban fotos.
Mi auto favorito.
Y entonces aparece una pareja de casi ancianos. Ella empujaba un coche… sin bebé pero con muchas bolsas llenas. Él iba al lado, con un paraguas en la mano y una boina en la cabeza. Subían por la carrera 2° hacia la calle 10° —una pendiente en la que terminas con la lengua afuera y el corazón a punto de salirse—.
Ella empujaba el coche. Él renegaba con el paraguas: quería encajárselo a ella donde fuera, en el bolsillo, en la mano, hasta en el mismo coche.
Ella se resistía.
—Llévelo usted, no sea descarado, —dijo ella.
—La que tiene que cargarlo es usted, —respondió él.
—Yo voy cansado, sirva para algo, —remato aquel hombre.
—Usted nunca ha podido ni con usted, no sea flojo, —respondió ella.
Él se emputó.
Empezó a manotear y a soltar palabras que ni se entendían. Se fue adelante solo.
La viejita quedó sola empujando ese coche.
Me dio risa. Sonreí.
Ella me miró, me devolvió la sonrisa y movió la cabeza diciendo: «¡es el colmo!».
Y ahí me quedé, pensando.
Cómo me veré yo a esa edad.
Si estarán juntos solo para no quedarse solos.
Si vale la pena compartir la vejez con alguien por costumbre.
Si depender de otro es cariño o es denigrante.
Y otra cosa: el machismo. Ese que lleva siglos metido en el ADN.
El tipo con un paraguas se queja. La mujer con un coche cargado, empujando.
Ella, la que de seguro es quien hace el oficio, la que plancha, la que carga con todo.
Él protesta porque le tocó sostener un paraguas.
Machismo puro y duro.
Y muchas mujeres lo aceptan porque se criaron así. Con el chip puesto desde hace años.
Ser la «todera» de alguien.
Y la escena es clara: aunque parezca que él manda, quien mueve todo es ella —esta es la realidad de muchas parejas—.
[…]
Al final, lo que vi fue simple:
Un hombre que no podía cargar un paraguas.
Y una mujer que llevaba sobre sus hombros toda una vida.
Eso, lector, no es amor.
Eso se llama costumbre.
Y la costumbre, si no se cuestiona, termina pesando más que cualquier coche lleno de bolsas pesadas.
¿Cómo es tu relación de pareja?
¿Cómo es tu relación contigo mismo/a?
Tengo un artículo en el que reflexiono acerca del crecimiento mutuo, por acá te dejo el enlace [enlace].
Y si este texto te removió aunque sea un poquito, espera a leer mi libro «TÉMPERA MENTAL, de regreso a mi yo verdadero».
No es autoayuda de cajita feliz, es mi historia real, con lo bueno, lo jodido y lo que descubrí en el camino.
Si quieres dejar de repetir la misma película en tu vida, ahí dentro tienes el guion para escribir la tuya de verdad.
Chismosea y cómpralo aquí: [enlace]
Gracias, gracias, gracias.
Te leo.
Te deseo un excelente y maravilloso día.
Que la fuerza que sostiene el universo te abrace, te guíe y te abra todos los caminos.