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Cuando la gratitud se vuelve un chantaje emocional

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  • Última modificación de la entrada:10 septiembre, 2025

La gratitud es bonita.

Reconocer lo que alguien hizo por ti es noble. Pero cuidado: hay gente que la convierte en una deuda vitalicia. Una especie de cadena invisible.

Peor que estar reportado en centrales de riesgo.

Ahí ya no es gratitud. Es manipulación.

Seguro has escuchado frases como:

  • «Si no fuera por mí, no estarías donde estás».

  • «Recuerda quién te ayudó cuando lo necesitaste».

  • «No olvides quién te abrió las puertas».

  • «No olvides el sacrificio que tuve que hacer para ayudarte».

Lo que realmente quieren decir es: me debes la vida.

Pues no.

Un favor hecho de corazón no trae factura. No es una inversión esperando dividendos. Ayudar debería ser ayudar.

No comprar obediencia eterna.

Esto se nota todavía más cuando el apoyo es plata.
Te prestan dinero, y creen que te compraron. Que les debes sumisión.

Como si la gratitud fuera una tarjeta de crédito sin fecha de vencimiento.

Pero no: agradecer no es arrodillarse.

Gratitud no es servidumbre.

Cuando alguien te restriega en la cara lo mucho que hizo por ti, con la esperanza de cobrar cada tanto, no es generoso.

Está atrapando. Y lo peor es que se disfraza de bondad.

En resumen: está de malparido.

La verdad es esta: la mayoría de «favorosos» buscan reconocimiento social.

Quieren el aplauso.

Quedar como buenas personas ante los demás.

Eso no es ayuda. Es ego barato. Es negocio encubierto.

O como yo lo llamo: mierdiregla.

Algunas cosas claras para no caer en esa trampa:

  • Si te hacen sentir culpa por no pagar un favor de por vida, no es gratitud: es chantaje.

  • Aceptar ayuda no significa entregar el control de tu vida.

  • La reciprocidad vale si es libre, no obligada.

  • La gente genuina ayuda y se calla.

La gratitud debería ser un puente, nunca una cadena.

Y, desafortunadamente ejercemos esa deuda invisible como una gratitud condicionada hacia nuestrs hijos.

Por acá te dejo el enlace a ese artículo [enlace].

Porque esperamos una gratitud eterna de nuestro hijos por todo lo que «hicimos por ellos».

Ja, ja, ja, ja, ja.

[…]

Y sí, lo confieso: alguna vez jugué ese papel. Manipulé con la «gratitud-deuda». No me enorgullece, pero lo hice.

Por suerte me di cuenta y hoy lo reconozco: fue una cagada de bajo nivel.

Lo importante es esto: darte cuenta, replantear y no repetirlo.

Gracias, gracias, gracias.

Te leo.

Te deseo un excelente y maravilloso día.

Dios te bendiga.

Únete a mis «mierdireglas»

Puedes darte de baja cuando se te antoje

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Liliana Castillo

    Completamente de acuerdo mi querido y admirado amigo Fede.
    Gracias por compartir.

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