No lo sé del todo.
Y sospecho que nadie lo sabe realmente.
Ser mamá o papá es un título
Un papel que te entregan en una notaria cuando registras a ese pequeño ser que no tiene ni idea del mundo en el que acaba de caer.
Cualquiera puede tener ese título.
De hecho, está de moda conseguirlo a los 12, 13 o 14 años de edad.
Pero lo que no te dan las certificaciones.
Éstas se ganan al vivir con, como, por y para… los hijos y, para sí mismos/as.
Existen también los titulados como: «Mamá | Papá de fin de semana» o, los «Puenteros» —esos de fines de semana festivos, acá en Colombia—.
Claro, lo anterior tiene muchas matices, tiene muchas arandelas y estoy lejos de señalarlos, todo lo contrario. Porque en muchas ocasiones esos de «fines de semana» o «puenteros» desempeñan su rol mucho mejor que los supuestamente «permanentes».
No pretendo señalar, juzgar, ni mucho menos condenar. Todo tiene un detrás de cámaras:
Conflictos de pareja
Trabajo excesivo
Cansancio
Separaciones justas o no tan justas.
El tipo de profesión que tiene mamá o papá.
Aprovechar el tiempo que no se tiene todo el tiempo.
Etc, etc, etc.
Ser mamá o papá es una construcción constante, es un crecimiento mutuo y permanente.
Una mezcla rara entre amor, culpa, torpeza y aprendizaje.
Durante años creí que ser papá era estar.
Llevarlos al colegio, cumplir con los gastos, enseñarles a «ser fuertes», mostrarles el camino.
Pero con el tiempo descubrí que eso era apenas una parte.
Estaba, sí… pero no siempre presente.
Porque estar físicamente es fácil.
Lo difícil es estar emocionalmente disponible.
Escuchar sin juzgar.
Abrazar sin miedo.
Admitir que no siempre sabes qué hacer.
Ser mamá o papá, para mí, es aprender a acompañar sin imponer.
A guiar sin controlar.
A reconocer que tus hijos no vinieron a repetir tu historia, sino a escribir la suya.
Y también es entender que vas a fallar.
Que vas a decir cosas que duelen, a veces sin querer.
Que vas a cargar culpas que no siempre te pertenecen.
Pero si tienes la valentía de mirar tus errores y pedir perdón, estás haciendo lo que muchos no se atreven: criar desde la consciencia.
Nos educaron para ser padres proveedores, no padres presentes.
Nos dijeron que proteger era sinónimo de controlar.
Que amar era sinónimo de exigir.
Y que «autoridad» es lo mismo que guiar.
¡Mentira!
Amar es soltar cuando toca.
Amar es escuchar cuando duele.
Amar es no esconderte detrás del trabajo, ni de la rabia, ni del silencio.
Ser mamá o papá no es tener todas las respuestas.
Es atreverse a hacer las preguntas correctas:
¿Estoy realmente aquí?
¿Estoy criando desde el miedo o desde el amor?
¿Estoy repitiendo lo que viví o eligiendo hacerlo diferente?
Ser mamá y papá es mirar a tus hijos y ver un espejo.
Uno que no siempre te gusta, pero que te invita a sanar.
Y si algún día ellos te preguntan qué significa ser mamá o papá, ojalá puedas responder algo simple, pero verdadero:
Ser mamá y papá es aprender a amar sin manual, y seguir intentándolo cada día.
Es crecer juntos, codo a codo, hombro a hombro.
Porque los hijos crecen rápido, tanto física como «intelectualmente»; y en un abrir y cerrar de ojos pasan de mirarnos hacia arriba a mirarnos hacia abajo.
Crecer juntos es aceptar que tenemos mucho por aprender de ellos.
Porque sí, los hijos tienen un conocimiento que nosotros no.
Así muchos tantos, digan que no es cierto.
Nos pueden enseñar a ser niños/as otra vez.
A dar abrazos sinceros, a sonreír honestamente, a expresarnos sin miedo al qué dirán.
Ser mamá y papá es crecer en equipo.
Aprender los unos de los otros.
Tener la capacidad de mostrar opciones a los hijos y darles la libertad de que ellos escojan lo que su intuición les diga.
Es aprender a no obligar.
A entender que la sociedad de consumo está lejos de dirigir el destino de los demás.
Ser mamá o papá no es una medalla, es un espejo. Uno donde a veces cuesta mirarse, porque refleja lo que somos… no lo que aparentamos.
Ser mamá o papá es aprender a reconocer los errores y saber pedir perdón sin miedo.
Es aprender a mostrarse vulnerables.
Es querer conocerse a sí mismo/a, porque ellos, son la mejor escuela de vida y gratis, por encima de cualquier título académico.
Ser mamá o papá es aprender a aceptar que hay momentos en los que podríamos llegar a ser insignificantes para ellos.
Acá te dejo el enlace a un artículo al respecto [enlace].
Esta es mi opinión al respecto, por eso te invito a que no me creas nada de lo que escribo aquí, compruébalo tu mismo, tu misma, a través de tus propias vivencias.
Porque la paternidad y la maternidad no se leen: se viven, se lloran y se desaprenden.
Y si alguna vez has sentido que ser papá o mamá te duele más de lo que imaginabas…
Si te descubres repitiendo frases que juraste no decir, o evitando silencios que pesan más que mil palabras…
Quizá mi libro Témpera Mental sea ese espejo que todavía no te has atrevido a mirar.
No es autoayuda.
Es autoconfrontación.
Y, a veces, eso es justo lo que necesitamos para empezar a sanar.
Léelo sin expectativas.
Acá te dejo el enlace [enlace]
Gracias, gracias, gracias.
Te leo.
Te deseo un excelente y maravilloso día.
Namastè
