Hace poco me encontré con un texto refiriéndose a las recompensas; argumentando que éstas reducen la diversión y desmotivan. Que con el tiempo, se convierten en trabajo.
Pienso que puede ser valido dicho concepto, pero también, puede ser el inicio de algo positivo en un futuro, no sólo a largo plazo, sino a mediano y corto.
¿Por qué?
Para mí, el tema de las recompensas puede funcionar para gestionar un hábito saludable, por ejemplo, el de la lectura. No hay nada más enriquecedor que leer un libro, de hecho, me atrevo a afirmar que éste aporta más que el estar metido en una institución educativa. Soy arquitecto de profesión, pero mi transparencia me permite confesar que realmente a mí la universidad me facilitó el obtener un título académico para pasar a ser un empleado, —nada más—.
Sobra decir, que es mi opinión y no pretendo estar en contra de alguien que opine lo contrario a mí.
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Ahora, el tema de las recompensas se encuentra muy ligado a las creencias personales, a los valores y principios. También depende de cuál sea el motivo de la recompensa, de cuál sea el entorno en el que se esté presentando el «incentivo» o «soborno».
Hay un empresario, cuyo nombre no recuerdo, —pero me comprometo a buscarlo y agregarlo en este artículo más adelante—, a quien el papá le pagaba por leer libros, le daba un dólar por cada lectura que realizaba. Hoy día, es uno de los empresarios más millonarios en el planeta.
En aspecto como el mencionado en el párrafo anterior, es válida y plausible un incentivo como éste, además, se le inculcó el hábito de pensar para ver oportunidades en todas y cada una de las situaciones o circunstancias del diario vivir.
Y ¿tú?
¿Qué opinas acerca de las recompensas?
Te deseo un excelente y maravilloso dìa.
Dios te bendiga.
Namastè